domingo, 25 de septiembre de 2011

Vamos por ese empujoncito

Tengo un serio problema, y creo que se llama ansiedad. ¿Han tenido esa sensación de esperar algo, pero no saber qué? Bueno, llevo un buen tiempo así.
Es que parece que uno tiende a crearse expectativas en distintos ámbitos, en lo personal, profesional e incluso en banalidades y cuando sentimos que un plazo está por cumplirse, comienza la desesperación.
Al parecer llevo bastante tiempo padeciendo esto, no me siento conforme con nada de lo que hago (ojo, no estoy con depresión), me urge un cambio pero claro... Si uno no atina, las cosas no caen del alto cielo como dice mi papá.

¿Pero qué hacer para que termine esa sensación horrible? La opción más fácil sería encerrarme a comer todos los postres y convertirme en una gorda lechona, pero no creo que sea buena idea. Mi mamá dice que si quiero lograr un cambio, las cosas deben partir por uno... Suena fácil, pero otra cosa es con guitarra como dicen algunos políticos por ahí. Podría hacer algo, tal vez quemarme a lo bonzo para exigir ser escuchada y así conseguir lo que quiero, empezar una huelga de hambre (y así aprovecho de perder unos kilitos) o quizás un paro nacional... Pero no, esos recursos ya están muy gastados. Además, a quién le puede importar lo que quiero.

El punto es el siguiente, si quiero algo yo soy quien debe moverse para conseguirlo, el problema es que llevo varios meses diciendo lo mismo y parece que no atino aún.



Si alguien me quiere regalar un empujoncito, se lo agradezco de corazón

domingo, 11 de septiembre de 2011

Por esta vez digo basta

El último año hemos visto como los chilenos nos hemos ido polarizando (en realidad me debiera excluir de esta expresión) debido a la situación política. Uno no se puede hacer el ciego y decir que el Presidente que hoy está a cargo de nuestro país ha hecho bien las cosas y que las críticas son infundadas, no se puede. Pero si no fuera por eventos puntuales, más bien tragedias como el terremoto, los mineros, los 81 presos de la cárcel y este último accidente... Cualquiera diría que vivimos en un país hóstil en donde odias a quien no es de tu mismo color político o no piensa como tú ¿Por qué sólo nos unen las tristezas este último tiempo?

Hace un par de meses estalló el conflicto estudiantil, el que puso sobre la mesa la pésima calidad de enseñanza que hemos recibido. Y desde entonces me da la impresión que los chilenos nos hemos divido más aún, incluso desde que Piñera asumió el cargo.
Bastaron las priemras marchas masivas para que renacieran las expresiones como "estamos viviendo lo mismo que en la dictadura", o incluso hemos llegado a ser catalogados de "fachos" y "comunachos".

Recuerdo muy bien que a los pocos días que asumiera Piñera, un dirigente de la Concertación dijo ante los medios "si al Gobierno le va bien, a Chile le va bien y eso queremos". Bueno, todos los deseos se fueron a la punta del cerro, porque últimamente la moda parece ser "mejor nos cagamos a quien está de turno y así no vuelve la derecha nunca más". Qué bonito, que ejemplo de país y sociedad somos para nuestros vecinos.

Cuando me preguntan por qué no hablo de política o no emito mi opinión sobre un tema puntual mi respuesta es simple, "no me gusta conversar con quien no tengo la confianza para tener un diálogo con tolerancia". Y es que últimamente lo que menos he visto ha sido eso, para nada (y esto no tiene nada que ver con este tuitero y su columna sobre algo tan banal como Twitter). El tema me es tan incómodo y molesto, que ni siquiera en mi casa puedo opinar, porque con cierto miembro de mi familia siempre terminamos discutiendo. Él por su postura polarizada y yo porque soy mucho más centrada. Es más, a tanta odiosidad llega el tema que una vez me tildaron de "facha" sólo por haber egresado de la UDD... Por favor, si fuera por eso a cuántas personas no les podría decir imbécil, flaite y comunacho sólo por su procedencia, gustos o qué se yo? Si hay algo que aprendí los últimos cinco años es que los prejuicios, son la mayor muestra de la estupidez de una persona.

No quiero que esta columna se tome como una defensa al gobierno de turno, ¡para nada! Sólo digo basta. Basta a la odiosidad, basta a los prejuicios, basta a las polarizaciones... No sé ustedes, pero yo me harté (y no es que me quiera vendar los ojos) de tener que soportar divisiones. Si usted alabar su bloque político, hágalo lejos de mí. En mi vida tengo cosas más significativas que defender lo indefendible. Antes de criticar, prefiero aportar mi grano de arena.